Aprendí
a leer a temprana edad gracias a que mi hermana mayor (un año) como juego me
tomó de alumno para transmitirme lo que iba aprendiendo a su ingreso a la escuela.
De todas esas cátedras, medio en juego y medio en serio, por alguna razón se me
facilitó especialmente el aprendizaje de la lectura, a tal punto, que a los
cinco años ya leía como uno de diez.
Así
me inicié como lector precoz y, siendo todavía un niño, tuve la suerte de encontrarme
con las obras de un escritor francés, cuya lectura hizo dar un salto brutal a mi
imaginación. JULIO VERNE me llevó a
pasar CINCO SEMANAS EN GLOBO, a dar LA VUELTA AL MUNDO EN 80 DIAS, a visitar LA
ISLA MISTERIOSA, a realizar un VIAJE AL CENTRO DE LA TIERRA, a disfrutar DOS
AÑOS DE VACACIONES y a navegar 20 MIL LEGUAS DE VIAJE SUBMARINO. También me
hizo conocer personajes tan singulares como MIGUEL STROGOFF, UN CAPITÁN DE
QUINCE AÑOS y LOS HIJOS DEL CAPITÁN GRANT. Gracias a él conocí rincones del
planeta tan alejados y misteriosos como EL FARO DEL FIN DEL MUNDO, EL VOLCÁN DE
ORO, EL CASTILLO DE LOS CÁRPATOS y EL ARCHIPIÉLAGO EN LLAMAS. Incluso, por obra
de su ingenio pude ir DE LA TIERRA A LA LUNA y realizar un VIAJE ALREDEDOR DE
LA LUNA.
Pero
un día supe que no solo en los viajes hay placer, diversión y entretenimiento. EDGAR ALLAN POE, un hombre
introvertido, serio, y a la vez magistral y brillante, se encargó de revelarme
que el misterio, la intriga y el terror sobrenatural pueden ser tan
irresistibles para el ser humano como la fuerza secreta que impulsa al insecto
a ir en pos de la llama. Sus NARRACIONES EXTRAORDINARIAS me revelaron las
extrañas pasiones que pueden llegar a inspirar seres tan comunes como EL GATO
NEGRO o EL ESCARABAJO DE ORO. Supe también del latente deseo de venganza que EL
BARRIL DE AMONTILLADO ayudó a saciar; los horrores del cargo de conciencia y la
culpa, delatados por EL CORAZÓN REVELADOR en la mente de un asesino; admiré la
sagacidad de monsieur Dupin para resolver el enigma de LOS CRÍMENES DE LA CALLE
MORGUE y temblé de emoción al conocer historias tan descarnadas como LA CAIDA
DE LA CASA USHER, LA FOSA Y EL PÉNDULO y EL ENTIERRO PREMATURO.
Guardando
las debidas proporciones, hoy lo he hecho. La pluma de esos tres genios fue la
chispa que encendió mi imaginación, y junto a ellos, muchos otros - como Oscar
Wilde, Robert Louis Stevenson, H. G. Wells, Arthur Conan Doyle, Jack London, Emilio
Salgari, Isaac Asimov, Ray Bradbury, Hammet Dashiell, Juan Rulfo y Horacio
Quiroga - por mencionar solo algunos y sin olvidar, desde luego, a los
principales protagonistas del boom
latinoamericano de mediados del Siglo XX: Carlos Fuentes, Gabriel García
Márquez y Mario Vargas Llosa.
Todos
ellos me ayudaron con sus magistrales obras a mantener encendida esa llama al
paso de los años.
Gracias a la lectura he viajado a través del tiempo y el espacio y he podido conocer infinidad de lugares, personajes, costumbres, hechos, situaciones e ideas que han enriquecido mi mundo interior. La lectura no solo mejora nuestro vocabulario, nuestra ortografía y nuestros conocimientos, también nos ayuda a pensar más y mejor, expande nuestros horizontes, reafirma nuestros conceptos y afianza nuestros valores. Y, por si todo eso fuera poco, nos brinda además la posibilidad de vivir mil vidas en una.
Cuando los buenos libros llegan a ser nuestros grandes amigos, en su compañía nos podemos lanzar sin paracaídas a enfrentar mil aventuras distintas.
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