martes, 26 de enero de 2021

LA IMPRENTA, EL PAPEL Y EL NACIMIENTO DEL CÓMIC

 

Sin duda, el cómic en su concepción podría tener como antecedente más remoto las pinturas rupestres concebidas por el hombre prehistórico para registrar o relatar hechos y acontecimientos de su vida diaria, representándolos por medio de imágenes. 

No obstante, habrían de pasar muchos siglos para que la conjunción de dos inventos trascendentales en el desarrollo humano: el papel y la imprenta, llegasen a brindarle al hombre el soporte y el medio adecuado para plasmar sus memorias por medio de la escritura y también de manera gráfica. En el año 1450 Gutenberg inventó la imprenta y fue ese el descubrimiento clave para el desarrollo del libro en papel (y después del cómic).

El papel era ya bien conocido en la antigüedad. En Egipto, desde el año 3000 a.c. se escribía sobre papiro, material fabricado con un vegetal muy abundante en las riberas del Nilo y de propiedades enteramente similares a las del papel. Tal como lo conocemos hoy - elaborado a partir de pulpa de celulosa y una pasta de fibras vegetales -, fue inventado en China en el Siglo II a.c; sin embargo, el arte y la técnica para su fabricación no fueron difundidos más allá de la Muralla China durante 500 años.

Cuando ese conocimiento se trasmitió finalmente a Japón y después a los árabes, fueron éstos quienes lo introdujeron en España en el Siglo XI. El nuevo material de escritura se difundió primero a Francia, luego a Italia y después a los demás países de Europa. Surgieron así las primeras fábricas de papel.

Con todo, el proceso de impresión concebido por Gutenberg con la emisión de su primera Biblia, no despuntó a gran escala desde el principio; se fue perfeccionando poco a poco y volvió a cobrar impulso hasta la invención de la prensa en el Siglo XVI.

 

El incremento en la demanda de papel causó que la materia prima utilizada entonces para su fabricación (trapos de lino y algodón) empezara a escasear y los fabricantes se vieron en la necesidad de ensayar diversos sustitutos, hasta que en 1840 lograron una mejora sustancial con la introducción del proceso mecánico de trituración de madera para fabricar la pulpa. Poco más tarde, en 1850, se introdujo el primer proceso químico y a partir de entonces el papel empezó a elaborarse de una gran variedad de fibras vegetales; al mismo tiempo se inventaron los colorantes y se alcanzó una vasta oferta de colores y texturas. Así, la producción de impresos dio un salto definitivo.

 

En ese marco de floreciente desarrollo de la fabricación del papel, en el Siglo XIX, apareció un esbozo del cómic por obra de Rodolphe Töpffer, un profesor suizo cuya miopía le impidió dedicarse a pintar paisajes. Desencantado, resolvió entonces ponerse a dibujar pequeñas historias a las que llamó “garabatos” y las distribuyó entre sus alumnos. Esa suerte de historietas, dibujadas a mano con trazos rápidos, pueden considerarse sin duda el primer antecedente del cómic moderno.

Sin mucho afán de seguir en esa tarea, ideada solo para su entretenimiento, la suerte llegó en auxilio de Töpffer, pues ocasionalmente el afamado poeta y dramaturgo Johann Wolfgang von Goethe, ya en edad avanzada, vio sus viñetas y las elogió, con lo cual se animó a seguir dibujando. Más tarde publicaría sus garabatos en una serie de álbumes que se vendieron con éxito en varios países europeos.

 
No sin oposición y pese a las críticas de quienes no concedían valor artístico a sus trabajos, los dibujos de Töpffer llamaron la atención de muchos artistas y así algunos empezaron a dibujar sus propias historietas. 

Con ello se dio una conjunción interesante, debido a que en el Siglo XIX había en Europa grandes maestros del grabado y sus ilustraciones se publicaban en la prensa en litografías de gran calidad, aplicadas como herramienta crítica contra el sistema. Muchos de esos grabadores satíricos no se reprimían incluso de caricaturizar al rey y ejercían una gran influencia en la opinión pública en sus ácidas críticas contra los políticos de la época.

Claramente, la fusión entre los empeños narrativos de Töpffer y los grabados satíricos tradicionales, al dotar de “movilidad” a las caricaturas y los dibujos aislados de los grabados, colocándolos en secuencia, haría surgir al cómic como lo conocemos a fines de ese mismo siglo. No es raro entonces que en su origen el cómic haya estado ligado a la prensa. Luego de algunas décadas tomará otras formas distintas a la viñeta satírica y humorística y migrará a medios de soporte más ad hoc. 

Pero de eso hablaremos después…







No hay comentarios.:

Publicar un comentario

LA IMPRENTA, EL PAPEL Y EL NACIMIENTO DEL CÓMIC

  Sin duda, el cómic en su concepción podría tener como antecedente más remoto las pinturas rupestres concebidas por el hombre prehistórico ...